Todo el mundo sabe que la juventud siempre tuvo una inclinación por las causas. Pero nunca hubo, como ahora, tantos discursos políticamente correctos, ideas transformadoras y frases de impacto, todo esto con la intención de cambiar el mundo.
En contrapartida, las realizaciones efectivas para hacer a la humanidad más feliz, son mediocres. Tal vez, uno de los motivos sea porque los problemas globales son tan grandes que desaniman a cualquier bien intencionado.
A pesar de todo, cualquiera tiene posibilidades enormes de hacer cosas grandiosas por las personas. Por esto, separamos cuatro citas de los escritos de Elena de White sobre la expectativa de Dios en relación a nuestros jóvenes, lo que Satanás piensa sobre los jóvenes consagrados, por donde la juventud puede comenzar un movimiento, y como medir el éxito de estos esfuerzos.
Responsabilidades pesadas recaen sobre los jóvenes
“Dios espera mucho de los jóvenes que viven en esta generación de luz y conocimiento acrecentados. Desea usarlos para hacer disipar el error y la superstición que ensombrecen la mente de muchos. Han de disciplinarse recogiendo todo tilde y punto de conocimiento y experiencia. Dios los tiene por responsables de las oportunidades que se les ha dado. La obra que tienen delante espera sus fervientes esfuerzos para ser llevada a cabo paso a paso, según demande el tiempo. Si los jóvenes quieren consagrar la mente y el corazón al servicio del Señor, pueden alcanzar una elevada norma de eficiencia y utilidad. Esta es la norma que el Señor espera que la juventud alcance. Hacer menos que esto es rehusar sacar todo el provecho posible de las oportunidades dadas por Dios. Esto será considerado como traición contra Dios, como omisión del trabajo por el bien de la humanidad. Queridos jóvenes, ¿qué están haciendo para hacer saber a otros cuán importante es tener la Palabra de Dios como guía, guardar los mandamientos de Jehová? ¿Están declarando por precepto y ejemplo que solo por la obediencia a la Palabra de Dios pueden salvarse los hombres? Si hacen lo que pueden, serán una bendición para los demás. Mientras hacen lo que pueden de acuerdo con lo mejor de su propia capacidad, se irán abriendo ante ustedes medios y oportunidades para hacer más (Mensaje para los jóvenes, pág. 139).
Influencia poderosa
Satanás es un enemigo vigilante, atento a su propósito de inducir a los jóvenes a una conducta enteramente contraria a la que Dios aprobaría. Él sabe perfectamente que nadie puede hacer tanto bien como los jóvenes y las señoritas consagrados a Dios. Los jóvenes, si actuaran correctamente, podrían ejercer una poderosa influencia. Los predicadores o los laicos avanzados en años no pueden tener sobre la juventud ni la mitad de la influencia que pueden tener sobre sus compañeros los jóvenes consagrados a Dios. Estos deberían sentir sobre sí la responsabilidad de hacer todo lo que puedan para salvar a sus semejantes, aun al precio del sacrificio de su placer y sus deseos naturales. El tiempo y aun los medios, si se requirieran, deberían ser consagrados a Dios.
Los que profesan piedad deberían tener conciencia del peligro de los que están sin Cristo. Pronto terminará su tiempo de gracia. Los que podrían haber ejercido su influencia para salvar almas si hubieran seguido el consejo de Dios, y que en cambio han dejado de cumplir su deber por causa del egoísmo y la indolencia, o porque se avergonzaban de la cruz de Cristo, no solo perderán su vida, sino que tendrán sobre sus vestiduras la sangre de los pobres pecadores. A los tales se exigirá cuenta del bien que podrían haber hecho si se hubieran consagrado a Dios, y que no hicieron por su infidelidad.
Los que han probado realmente las dulzuras del amor redentor no quieren ni pueden descansar hasta dar a conocer, a todos los que se relacionan con ellos, el plan de la salvación. Los jóvenes deberían preguntar: “Señor, ¿qué quieres que haga? ¿Cómo puedo honrar y glorificar tu nombre en la tierra?” Alrededor de nosotros perecen seres humanos, y sin embargo, ¿qué responsabilidad llevan los jóvenes de ganar almas para Cristo? (Mensaje para los jóvenes pág. 143).
Dónde comenzar
Empiecen en casa, en su propia familia, en su propio vecindario, entre sus propios amigos, los que desean trabajar para Dios. Allí encontrarán un campo misionero favorable. Esta obra misionera será una prueba de su habilidad o incapacidad para servir en un campo más amplio. (Testimonios selectos, t. 3, pág. 61).
Éxito mayor
En nuestra obra, el esfuerzo individual logrará mucho más de lo que se puede estimar. Es por falta de él por lo que las almas perecen. Un ser humano es de valor infinito; el Calvario nos dice su precio. Un alma ganada para Cristo contribuirá a ganar a otros, y la cosecha de bendición y salvación irá siempre en aumento. (Mensaje para los jóvenes, pág. 145).
Que cada uno de nosotros pueda cumplir el papel que nos fue designado por el Señor. Que Dios nos bendiga y nos use como instrumentos en su causa.
“…Eben-ezer,… Hasta aquí nos ayudó Jehová.” (1 Samuel 7:12).
Pr. Lélis Silva
Director del Ministerio Joven – UNoB