Un Año en Misión o One Year in Mission (OYiM), como es el nombre original en inglés. Se trata de un proyecto en el que jóvenes, en su mayoría entre 18 y 35 años, viven una experiencia misionera como voluntarios en servicio a Dios y a la Iglesia, especialmente en lugares donde no hay presencia adventista. Puede ser en barrios de ciudades grandes, en ciudades pequeñas del interior, en comunidades indígenas, poblaciones ribereñas o también en otras naciones y continentes, como es el caso de un equipo de la Unión Centro Oeste Brasileira, que durante 2017 está sirviendo en Santo Tomé y Príncipe. No importa el lugar, sino el deseo de vivir una experiencia profunda con el Señor mientras se sirve al prójimo con amor.
¿Por qué este proyecto? No es necesario ser muy inteligente para notar que las señales, guerras, terremotos, inestabilidad económica, política y social, baja moralidad, aumento de la violencia, hambre, enfermedades, y también el avance de la predicación del evangelio, demuestran que algo grandioso está por suceder. Las personas están en expectativa, y los jóvenes verdaderamente cristianos, alrededor del todo el mundo, se dan cuenta de esto y se están integrando a la misión de conquistar nuevos discípulos de Cristo.
¿Quién puede participar? El proyecto Un Año en Misión está destinado a jóvenes mayores de 18 años. Es verdad que para la predicación del Evangelio toda y cualquier persona es importante y útil; sin embargo, alguien que esté cursando una carrera o que ya se haya graduado, alguien que tenga una especialización o cierta experiencia en el mercado de trabajo, será más indicada para el tipo de trabajo que se realiza en este contexto.
¿Cómo funciona el proyecto? ¿Dónde se quedan los jóvenes? ¿Existe algún tipo de preparación? ¿Cómo conviven en ese período de voluntariado? ¿Qué tipos de proyectos se desarrollan? Estas son algunas de las preguntas que generalmente surgen cuando se piensa en algo así.
En principio, los jóvenes se inscriben y participan de un proceso de selección, que debe comenzar con la recomendación de la iglesia local o del pastor distrital. Luego los seleccionados participan de una capacitación promovida por la Misión, Asociación o Unión a la cual pertenecen.
Ya integrados al grupo de Un Año en Misión los jóvenes aprenden cosas como: desarrollar más intimidad y comunión con Dios, abordar y acercarse a las personas, cómo ofrecer y dar estudios bíblicos, cómo realizar ferias de salud, cómo enseñar a los niños, cómo responder objeciones, lo que es muy común en la actividad diaria de quien predica el Evangelio, cómo formar y ministrar en un grupo pequeño relacional, cómo organizar y conducir servicios de adoración, cómo dirigir un repaso de la lección de la Escuela Sabática, cómo evitar y superar conflictos de relaciones interpersonales, etc. Este último es especialmente relevante pues, sin duda, una de las mayores dificultades que encuentran los voluntarios está en la convivencia con su propio equipo en el mismo ambiente durante todo un año.
Los OYiM, como se los llama a estos jóvenes, no están solos. El grupo grande de voluntarios se divide en equipos menores y mixtos, entre 8 y 10 personas, de acuerdo con las condiciones del lugar y las necesidades del proyecto. Los voluntarios reciben apoyo de la Iglesia Adventista mientras están participando del proyecto, por ejemplo: hospedaje, alimentación y transporte.
Los proyectos desarrollados son los más diversos posibles. Todo depende de la necesidad de la comunidad a la cual ellos van a servir. Las sedes administrativas de la iglesia hacen un estudio previo de la región, planean las posibles estrategias de evangelización y dan toda la asesoría posible para el buen desempeño del equipo a lo largo del proceso. Las visitas de pastoreo, apoyo y motivación son parte del calendario de administradores y departamentales de los Campos, además, por supuesto, del apoyo y ayuda del pastor distrital local.
Centros de influencia, ferias de salud, cursos de intereses múltiples, clases de idiomas extranjeros, investigación bíblica, clubes de conquistadores, o aventureros, clases de música, en fin, son algunas de las estrategias utilizadas por los jóvenes en la línea del frente. Mientras tanto, se desarrollan proyectos de oración intercesora organizados y mantenidos por las respectivas iglesias, asociaciones, uniones y por la División Sudamericana.
¿Cómo regresan los jóvenes OYiM? Es maravilloso ver cada misionero totalmente transformado. Nos inspira escucharlos responder la pregunta ¿qué cambió en ese año en misión?
—“Aprendí que no era la misión la que me necesitaba, era yo quien necesitaba desesperadamente de la misión” (César, 19 años, OYiM en 2016 en Etnia Apinajés, Tocantinópolis/TO, Brasil).
—“Aprendí que no tiene sentido querer ir al Reino, si no quiero llevar a nadie para allá” (Kelly, 22 años, OYiM en 2016 en la Etnia Karajás, Isla del Bananal/ TO, Brasil).
—“Aprendí que no puedo vivir más mi vida sin servir en misión. Quiero ser una misionera disfrazada de abogada” (lla, abogada, 28 años, OYiM en 2016, en la Etnia Karajás, Isla del Bananal/TO, Brasil).
Todos los testimonios revelan un cambio significativo en la visión con relación a Dios, al prójimo, a sí mismo y a la iglesia, por eso continuamos incentivando a jóvenes como tú a participar del mayor proyecto de Dios para su vida: vivir para Cristo sirviendo a otros. Participa del proyecto Un Año en Misión y cambia tu vida.
¡Un Año en Misión! ¡Una vida en Misión!
Pr. Joni Roger de Oliveira
Líder de Jóvenes de la Unión Centro Oeste Brasileña