febrero 15, 2022

Seguir Las Indicaciones del Guía

by rodrigo.dorval in liderazgo

Lo confieso… no soy amante de la aventura extrema, pero no me quedó otra… me vi prácticamente obligado y no se bien cómo, pero estaba en un colectivo camino a los rápidos del río Mendoza… no sé en qué estaba pensando… en realidad, sí sé, trataba de no pensar en nada, para no dejar que el miedo me juegue una mala pasada frente a mis amigos…

Salimos de la ciudad de Mendoza y luego de unos kilómetros ya empezamos a ver el río, parecía inocente… pero luego ya lo ví más revoltoso… resulta que era época de deshielo por lo que el río se vuelve caudaloso y sus rápidos son un atractivo para los amanes del rafting (claro que no era mi caso…).

Terminado el viaje llegamos al complejo y allí nos dieron algunas rápidas informaciones y nos proveyeron de la indumentaria adecuada: chalecos salvavidas, trajes de neoprene, chaquetas impermeables, botitas de neoprene y casco.  Allí vino el otro tema; no había de mi talle, el cierre del chaleco subió sólo hasta un punto de mi abdomen… quise ponerlo como excusa… pero uno de mis compañeros me dio una mano, es decir me empujó la pansa y subió el cierre.  Bueno, ya tenía el equipo puesto.

Nos dirigieron entonces al punto de partida y allí vinieron más informaciones.  Nos presentaron a los guías, personas claves en este tipo de actividades: cuentan con experiencia y Certificación Internacional en Rescate y van acompañados por kayakistas de seguridad.

Antes de subir al bote los guías nos dieron todas las indicaciones de seguridad para que el viaje sea un éxito y que podamos disfrutarlo.  En cada bote subiríamos 6 personas, y las indicaciones del guía eran muy claras: hagan lo que les decimos y si caen, quédense tranquilos que los vamos a rescatar.

“Quédense tranquilos… que los vamos a rescatar” repetía esa frase casi como sin pensar (para darme coraje) pero finalmente, sin pensar mucho más, me subí al bote y comenzó el descenso. Pronto se escucharon las indicaciones del guía: ¡remen a la derecha, remen a la izquierda, frenamos, avanzamos, siéntese más en el borde! Creo que, en mi vida, nunca fui más obediente que en ese bote.

Había momentos de calma y momentos muy turbulentos donde el guía gritaba con fuerza las indicaciones para asegurarse de que las escucháramos.  Otros dos botes navegaban junto al nuestro en la travesía.  En cierto momento escuchamos la indicación gritada “remen a la derecha”, “a la derecha”.  El bote que estaba detrás del nuestro no alcanzó a remar a la derecha y se metió de lleno en un remolino… el bote se dio vuelta y sus tripulantes cayeron todos al agua.  Tal como nos dijeron, en cuestión de escasos minutos (no habrán parecidos tan escasos para los que se cayeron) todos los tripulantes habían sido devueltos al bote por los rescatistas para seguir la travesía.

Finalmente, después de un viaje a pura adrenalina, llegamos a destino, sanos y salvos.  Te podrás imaginar que no olvido esa experiencia, ni sus detalles.   No solo por lo intenso que fue, sino porque pude vivir en carne propia cuánto necesitamos un guía.

Querido joven: no te conozco, pero algo sé de vos y de mí.  Atravesamos un rio turbulento, a veces parece calmo y parece que no necesitamos un guía.  Pero a veces está turbulento y ves cómo otros caen a tu alrededor… y entonces… comprendemos que no podríamos vivir sin un guía.

Así como en los rápidos, en la vida las indicaciones son claras: escuchar y obedecer al guía, confiar en su criterio y en su cuidado.  El guía del que te hablo es Jesús, las indicaciones son sus leyes expresadas en su Palabra, la confianza es la fe en Él, y la obediencia una respuesta de amor y confianza.

Te hablo de estudiar tu Biblia para conocer las indicaciones del guía; pero si estudias más a fondo te vas a encontrar con ¡El Guía! Y te vas a dar cuenta de cuán confiable es y con su amor, va a escribir su ley en tu corazón.  Entonces obedecés, no porque no te queda otra (como a mí en aquel bote) obecedés porque confías en Jesús… sabés que él te ama más que nadie y que sus planes para vos son los mejores, los que vos mismo elegirías si pudieras ver el fin desde el principio.

En las palabras de la Biblia sería así: “Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres, y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres” (Deut. 6: 17-18).

Y te pregunto: ¿quién es tu guía? ¿lo conoces? ¿podés confiar en él? ¿dedicas tiempo, prestas oído a escuchar sus indicaciones? ¿Ya te disté cuenta que necesitas de El Guía?

Algunos años después de aquellos rápidos en Mendoza, quisiera que esta experiencia nos recuerde a vos y a mí que Jesús es nuestro guía y que podamos complacernos en hacer su voluntad (Sal. 40.8) y si mantenés esa comunión con Cristo por la fe y la sumisión continua de tu voluntad a Él, obrará en ti para que quieras y hagas conforme a su voluntad.  Así podrás decir, “aquella vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se dio a sí mismo por mí.” (Gal. 2.20) (White, CC p. 62)

 

Pr. Jorge Vidotto

Departamental Ministerio Joven – Asociación Argentina del Norte – UA

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